En la portada del más famoso album de la banda de post-grunge Creed, aparece un hombre que parece emerger de la tierra, un hombre de arcilla, recordándome inmediatamente a un joven manacorense que acaba de ganar su tercer gran slam consecutivo en la difícil cancha de polvo de ladrillo de París, un torneo que demanda mucha fuerza física y que, quien lo gana, se trae consigo la maldición de las lesiones en años siguientes. Me permito conceder el título de Human Clay al joven tenista Rafael Nadal, más que ser el rey de la arcilla, está hecho de ella, es parte de ella, es su terreno, se acoplan, se conocen el uno al otro, son uno mismo y sin caer en frases romanticistas, el uno para el otro. Así lo demostró el pasado domingo, en la definición masculina del Roland Garros, el torneo más importante que se juega sobre esta superficie.
Implacable, con una mentalidad y fuerza física impresionante, Nadal derrotó en 4 sets al mejor del mundo, a quién se dice que puede llegar a ser el mejor tenista de la historia y quién buscaba obtener su primera corona del abierto parisino. Pobre Roger, es un maestro sin duda, venía jugando tan bien como nunca antes en arcilla, el terreno donde menos luce su magia, tanto así que solo perdió un set previo a la final, derrotó en tres sets y con clase a un duro e incómodo rival (incluso para Nadal) como Davidenko y a un especialista en tierra batida como el español Robredo, e incluso muchos pensamos que había más posibilidades de derrotar al joven mallorquín esta vez puesto que había acabado con su invictez de 81 partidos en este tipo de superficie en el pasado y reciente masters series de Hamburgo. Sin embargo, Nadal nos dejó en claro que no es suficiente, que no basta con ser Roger Federer para vencerlo en París, que hay que llevar una estrategia de juego para saber como atacarlo y sacarlo del fondo de la cancha donde se siente mas cómodo, hacerlo subir más a la red, y no dejar que use con comodidad su zurda endemoniada, además de una condición física impresionante para aguantarle el ritmo, una mentalidad mucho más ganadora que él, y, metafóricamente hablando, estar casado con la arcilla y mucho más comprometido con ella.
Se vio a un Roger cabizbajo y pensativo después de su derrota, y es que como duele cuando se tiene todo y a la vez nada, ganar todo y negársele algo a la vez. Si no fuera por quien ha sido su verdugo, su bestia negra, el culpable de que Federator no logre los 4 mayors de manera consecutiva, e incluso no 4, sino 8!!! 8 mayors consecutivos puesto que ha jugado la final de los últimos 8 y de los cuales ha perdido 2 contra Nadal, en parís precisamente.
El público parisino lo apoyó como nunca, quería ver la consagración del reloj suizo, aplaudía y ovacionaba cuando ponía en aprietos a Nadal, e incluso se ilusionaban con un 5to set cuando Rogelio parecía remontar esa ventaja de 3 puntos que le sacaba nadal, pero tampoco, tampoco fue suficiente. Se necesita eso y mucho más para derrotar al español, al rey de la arcilla, al auténtico human clay que debería aparecer quizás con una raqueta de tenis en la portada del albúm de un grupo que comercializó el género grunge de Seattle iniciado por el extinto Curt Cobain a los principios de los 90…
Se vio a un Roger cabizbajo y pensativo después de su derrota, y es que como duele cuando se tiene todo y a la vez nada, ganar todo y negársele algo a la vez. Si no fuera por quien ha sido su verdugo, su bestia negra, el culpable de que Federator no logre los 4 mayors de manera consecutiva, e incluso no 4, sino 8!!! 8 mayors consecutivos puesto que ha jugado la final de los últimos 8 y de los cuales ha perdido 2 contra Nadal, en parís precisamente.
El público parisino lo apoyó como nunca, quería ver la consagración del reloj suizo, aplaudía y ovacionaba cuando ponía en aprietos a Nadal, e incluso se ilusionaban con un 5to set cuando Rogelio parecía remontar esa ventaja de 3 puntos que le sacaba nadal, pero tampoco, tampoco fue suficiente. Se necesita eso y mucho más para derrotar al español, al rey de la arcilla, al auténtico human clay que debería aparecer quizás con una raqueta de tenis en la portada del albúm de un grupo que comercializó el género grunge de Seattle iniciado por el extinto Curt Cobain a los principios de los 90…